Los 27 grados de temperatura media anual que goza el pueblo de Porto de Galhinas, en el estado de Pernambuco, Brasil, son un atractivo para visitar este pequeño paraíso natural ubicado a sólo 40 minutos del aeropuerto internacional de Recife, donde la premisa es descansar en un ambiente tranquilo, practicar buceo en aguas cristalinas, o pasear en buggy por alguna de sus variadas playas.
«Nosotros estamos en el noreste de Brasil, cerca de la línea del Ecuador, por eso es verano todo el año. Es un sitio pequeño donde sólo viven 10.000 personas y por eso es un sitio muy seguro, muy tranquilo, muy distinto de los grandes centros urbanos del país», dijo Daniel Jaracandá, gerente Comercial de Porto Galhinas Convetion.
Los 10 hoteles de este pequeño pueblo nordestino, además de sus 200 posadas, tienen la ventaja de estar ubicados sobre la playa, lo que posibilita acceder a los balnearios sin siquiera tener que cruzar una calle, lo que brinda la posibilidad de observar los atardeceres, mientras el sol cae sobre la inmensidad del océano.
La geografía plana del lugar es un atractivo para caminar por la media docena de playas, como las de Pontal de Maracaípe y las de Muro Alto, que se prolongan por una línea de unos 10 kilómetros de longitud donde se combinan piletas naturales formadas por el mar y arrecifes de corales.
«El Pontal de Maracaípe protagoniza el encuentro entre las aguas de río y del mar, revelando uno de los escenarios más bellos del destino y dueño de una biodiversidad única en la región», enfatizó Jaracandá.
Hay una experiencia particular que atrae la atención de los visitantes que hace 30 años se dedicaba a la pesca y que hoy se ha transformado en un atractivo turístico: los paseos en jangada.
Se trata de embarcaciones de madera, de una sola vela, conducidos por los «jangaderos» de la Asociación del Pontal de Maracaípe, al sur de Porto de Galhinas, que es una entidad que trabaja para la preservación de los caballitos de mar que abundan en el lugar.
Durante la excursión, de unos 40 minutos de duración, se sugiere a los visitantes llevar un equipo para realizar snorkel tanto en aguas dulces como en las del mar, para observar las diferentes tonalidades -marrón, rojo y amarillo- de los caballitos de Mar.
«Pese a tratarse un poblado pequeño, Porto de Galhinas tiene una estructura de turismo con muchos bares, calles peatonales y una variada gastronomía: cangrejos y camarones en la playa, y restaurantes italianos, chinos, fast food y comida internacional», agregó.
Resaltó que «es uno de los mejores sitios de Brasil para bucear porque la visibilidad del agua es increíble que permite, por ejemplo, descubrir embarcaciones hundidas.La persona que va a bucear necesita tiempo para entrenar y hay excursiones de buceo».
Jaracandá explicó que el turista que llega al lugar, «ya viene con un paquete que incluye hotel, comida, y un transfer des el aeropuerto hasta el hotel o posada», aunque señaló que «hay un servicio de bus desde el aeropuerto o está la opción del taxi, que llega en unos 40 minutos».
Recomendó una estadía mínima de 7 noches, «porque hay medio día de ida y otro tanto de vuelta en avión desde Argentina», ruta que cubre la compañía Azul, tanto partiendo de Buenos Aires, como de Córdoba y Rosario.