El presidente Mauricio Macri aseguró hoy, al encabezar el homenaje a doce policías federales caídos en cumplimiento de su deber, que no permitirá «la naturalización» de esas muertes y subrayó que se trata de una tarea que «incluye un riesgo muy grande», hoy «aun mayor», producto de la decisión de «enfrentar al crimen organizado y al narcotráfico».
«La convicción de servir incluye (en el caso de los policías) un riesgo muy grande y, en los tiempos que vivimos aun son mayores esos riesgos, sobre todo porque hemos decidido trabajar juntos para enfrentar al crimen organizado, a la violencia que todos los días nos enfrenta en la calle y al narcotráfico», aseveró el mandatario en el acto que se desarrolló en el monumento «La Policía Federal Argentina a sus Caídos en Cumplimiento del Deber», ubicado en Avenida Figueroa Alcorta y Monroe, en el barrio porteño de Belgrano.
Allí, el mandatario asumió el dolor de las familias, y se comprometió a «batallar contra la naturalización de la muerte de un policía».
«Quiero comprometerme con todas estas familias. En lo que a mí respecta no voy a permitir y voy a batallar contra lo que en algunos momentos ha parecido ser una naturalización de la muerte de un policía», advirtió Macri.
El Presidente encabezó el acto de homenaje acompañado de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich; el secretario de Seguridad, Eugenio Burzaco; el secretario general de la Presidencia, Fernando De Andreis; el titular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó; el secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj; el jefe de la Policía Federal, comisario general Néstor Roncaglia, y la subjefa de la fuerza, Mabel Franco; así como autoridades de otros cuerpos de seguridad.
«Ellos eligieron ser policías, para cuidar y proteger a los ciudadanos. Muchos sentían el privilegio de vestir el uniforme. Siempre pensé como ciudadano común que ser policía requiere de vocación de servicio, pero también de valentía, porque incluye un riesgo muy grande», dijo Macri al recordar a aquellos policías que murieron cumpliendo con su deber.
Dijo también que «cada muerte es dolorosa» y que «cada pérdida es un llamado también a la paz», e hizo una mención también a los policías que prestan servicio cotidianamente.
En tanto, en su discurso, el mandatario remarcó que no se trataba de un día «para anuncio de reformas o proyectos», sino exclusivamente para homenajear a los policías federales caídos en cumplimiento de sus funciones, a los que se refirió como servidores públicos que con su trabajo intentan «contribuir a que los argentinos podamos vivir con tranquilidad».
Previo a las palabras del Presidente, Roncaglia subrayó que «asesinar a un policía o a cualquier trabajador de las fuerzas de seguridad significa franquear la barrera de una Nación», y les dijo a los familiares que «el ser querido que han perdido no será olvidado» y que «siempre podrán contar con las autoridades de la Nación y de la Policía Federal».
Al finalizar el acto, Bullrich aseguró que el gobierno no va a permitir que Argentina sea “un país invadido por el narcotráfico”, y que con esa motivación iban a seguir trabajando todos los días para desarmar bandas delictivas.
«No vamos a permitir que tomen territorialmente zonas de Argentina los narcocriminales o que haya trata. Esto sigue, todos los días, trabajando con operativos para desarmar bandas”, aseveró.
En la ceremonia, el jefe de Estado saludó a cada integrante de las doce familias que perdieron a un marido o a un hijo mientras cumplían con su deber de policía, y entregó personalmente dos de las doce Medallas Púrpuras a los familiares del agente Alan Dolz y del sargento Claudio Olveira Olveira, ambos muertos en servicio.
Dolz, de 21 años, fue asesinado el 27 de abril último mientras realizaba una investigación encubierta de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Policía Federal para una causa por venta de marihuana y cocaína dentro de la Villa Loyola, en el partido bonaerense de San Martín.
El joven policía era agente antinarcóticos, había egresado el año pasado de la Escuela de Cadetes y desde enero formaba parte de la Brigada de Operaciones Especiales.
En tanto, Olveira Olveira intervino el 19 de octubre del año pasado para impedir un robo mientras prestaba servicio de vigilancia preventiva en el barrio porteño de Villa Pueyrredón y, al intentar arrestar al delincuente, recibió tres balazos que terminaron con su vida.
Además recibieron plaquetas familiares de los sargentos (post mortem) Santiago Fernández y Daniel Víctor; sargento primero (post mortem) Lorenzo Benítez, auxiliar 2° de inteligencia Antonio Toscano, y cabo primero Norberto González.
También del sargento primero Manuel Enrique Romero; cabo primero Miguel Ángel Carabetta, comisario inspector (post mortem) Daniel Mazzucco y cabos primeros Miguel Ángel Borejko y Juan Manuel Valdez.
Finalmente, el presidente Macri colocó una corona de laureles a los pies del monumento que recuerda a los policías muertos en cumplimiento del servicio.