Rubén López, uno de los hijos de Jorge Julio López, el albañil desaparecido en el 2006 tras testificar contra el represor Miguel Etchecolatz, se mostró «ofuscado» al enterarse que el condenado por delitos de lesa humanidad recién ahora fue exonerado de la fuerza policial y sostuvo que el represor «debería devolver la plata» de los sueldos percibidos desde 1986, cuando recibió su primera condena.
El Ministerio de Seguridad bonaerense, a través de la Auditoría General de Asuntos Internos, exoneró a doce efectivos de la Policía de la provincia de Buenos Aires, entre ellos al comisario general Miguel Etchecolatz, ya que «a pesar de haber sido condenados por cometer delitos de lesa humanidad», los doce represores «todavía pertenecían a la fuerza, ya que figuraban como retirados y conservaban sus condiciones como policías», detalló un comunicado de la cartera provincial.
Rubén López, hijo de Jorge Julio López, expresó hoy a Télam que «estoy sorprendido y ofuscado. Yo lo había dado por exonerado hace años; en 1986 tuvo su primera condena, y en ese momento creí que había sido echado de la fuerza, pero resulta que figuraba como en ´retiro voluntario efectivo´».
«Etchecolatz no pasó por un solo proceso, que podría pensarse que al ser uno solo fue pasado por alto, sino que pasó por muchas condenas», remarcó.
El hijo del hombre que testificó contra Etchecolatz reclamó que el genocida «devuelva toda la plata, es una falta de respeto que haya seguido cobrando».
«No lo echan por robo, sino por genocida, tendría que devolver la plata», insistió.
López desapareció de su domicilio en el barrio platense de Los Hornos el 18 de septiembre de 2006, cuando se esperaba que se dirigiera a la sede municipal para presenciar los alegatos del juicio que el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata seguía al represor Miguel Etchecolatz por delitos de lesa humanidad.
El hombre había sido secuestrado en 1977 y estuvo detenido hasta mediados de 1979 en cinco centros clandestinos de detención, y al brindar testimonio detallado en el juicio, había sido muy claro al identificar a Etchecolatz como el hombre que dirigía y ejecutaba las sesiones de tortura con picana en esa sede policial platense.
López, albañil y militante peronista, había realizado durante el juicio varios reconocimientos oculares en los centros donde estuvo detenido, como la comisaría quinta de La Plata y el Pozo de Arana, donde su profesión de albañil le permitió identificar fehacientemente sus lugares de cautiverio, aún cuando algunos de ellos habían sufrido remodelaciones.
Aquella mañana del 18 de septiembre de 2006, sobrevivientes de la última dictadura esperaron por horas que el hombre se presentara a presenciar los alegatos, pero López nunca llegó y hasta hoy se ignora dónde está.