Solo quienes tengan al menos un padre o un abuelo nacido en Italia serán automáticamente ciudadanos italianos desde el nacimiento.
    Esa es, en esencia —explica la Farnesina (Ministerio de Asuntos Exteriores de Italia)— la principal modificación al principio de «ius sanguinis» aprobada hoy por el Consejo de Ministros del gobierno italiano.
    Los países con mayor emigración italiana —explica el ministerio en una nota— han registrado en los últimos años un fuerte aumento en los reconocimientos de ciudadanía.
    Desde fines de 2014 hasta fines de 2024, los ciudadanos italianos residentes en el exterior pasaron de unos 4,6 millones a 6,4 millones: un aumento del 40% en 10 años.

Los procedimientos judiciales pendientes para el reconocimiento de la ciudadanía superan los 60.000.
    Por ejemplo,.Argentina pasó de unos 20.000 reconocimientos en 2023 a 30.000 en 2024, Brasilde más de 14.000 en 2022 a 20.000 el año pasado y Venezuela tuvo casi 8.000 reconocimientos en 2023.
    Se estima que entre 60 y 80 millones de descendientes de italianos en el mundo podrían solicitar el reconocimiento de la ciudadanía bajo la legislación actual.
    La reforma permitirá liberar recursos para hacer más eficientes los servicios consulares, ya que estos podrán enfocarse exclusivamente en quienes tienen una necesidad real, en virtud de un vínculo concreto con Italia, señala el comunicado.
    El sistema actual afecta la eficiencia de oficinas administrativas y judiciales italianas, presionadas por quienes viajan a Italia solo para acelerar el proceso de ciudadanía, alimentando incluso fraudes o prácticas irregulares.
    Para alcanzar este objetivo, se avanzará en dos fases.
    Algunas normas entran en vigor de inmediato mediante un decreto-ley. Luego se llevará a cabo una reforma integral de los requisitos sustanciales y los procedimientos en materia de ciudadanía.
    El decreto-ley aprobado hoy establece que los descendientes de italianos nacidos en el extranjero serán ciudadanos automáticamente solo durante dos generaciones: únicamente quien tenga al menos un padre o un abuelo nacido en Italia será ciudadano desde el nacimiento.
    En la segunda fase, con un proyecto de ley (también aprobado hoy), se introducen cambios más profundos a la legislación sobre ciudadanía.
    Se impondrá a los ciudadanos nacidos y residentes en el extranjero la obligación de mantener vínculos reales con Italia a lo largo del tiempo, ejerciendo al menos una vez cada 25 años los derechos y deberes de un ciudadano italiano.
    La reforma se completa con un segundo proyecto de ley que también revisa los procedimientos para el reconocimiento de la ciudadanía. Los residentes en el extranjero ya no deberán dirigirse a los consulados, sino a una oficina especial centralizada en la Farnesina.
    Se prevé un período transitorio de aproximadamente un año para organizar dicha oficina.
    El objetivo es agilizar los procedimientos, generando economías de escala. Los consulados deberán concentrarse en ofrecer servicios a quienes ya son ciudadanos, y no en «crear» nuevos ciudadanos.
    La medida contiene, además, otras disposiciones para modernizar los servicios: legalizaciones, registros civiles, pasaportes, documentos de identidad válidos para viajar, etc.
    También se prevén reformas organizativas para poner la estructura de la Farnesina más al servicio de los ciudadanos y de las empresas.

Fuente: ANSA