La misma tecnología que hoy en día absorbe de manera casi enfermiza la atención de los niños con teléfonos, tabletas y juegos online encontró un nuevo costado educativo de gran futuro recurriendo a los clásicos ladrillitos tipo lego para introducir a los más chicos en el diseño de robots de manera divertida.
La práctica de jugar construyendo robots ya llegó a la Argentina, con sus ladrillitos especiales dotados de sensores y motores que, una vez programados por los propios chicos, adquieren movimiento a través de una computadora, como ocurre en algunas películas de ficción aunque en menor escala.
Los especialistas le llaman «robótica educativa», una disciplina que le permite a niños y niñas introducirse de manera lúdica en el mundo de la programación a través del armado de robots fomentando en ellos su pensamiento estratégico y algorítmico, y preparándolos así para solucionar problemas.
Gonzalo, por ejemplo, tenía nueve años y no se cansaba de repetir que quería hacer “robots” como su papá, un empresario que los fábrica de verdad, en su caso brazos robóticos industriales como los que le ponen las tapitas a las gaseosas.
Fue así que su mamá, Verónica Ridolfi, empezó a buscar la manera de conectar a su hijo con el mundo de la robótica, introducirlo a la informática de una manera distinta y conectarlo con las carreras del futuro después de intentar varias actividades con las que no se había enganchado.
Sin encontrar un lugar en el que cumplir los deseos de Gonzalo, ella comenzó a estudiar sobre el tema, a especializarse en los kits y programas de sofware disponibles.
“Los chicos tienen que aprender a programar. Es un lenguaje alternativo y esto es importantísimo para ellos”, aseguró Ridolfi en diálogo con Télam, quien se convirtió en el alma mater del taller educativo «Robótica para chicos».
La robótica educativa “permite que los chicos no sean solo consumidores de tecnología sino también sus generadores, porque ellos piensan, arman y le dan vida al robot”, explicó.
Ridolfi comenzó a instruir a su hijo en robótica y notó cómo al poco tiempo la atención de Gonzalo estaba totalmente focalizada en lo que estaba haciendo y su forma de encarar las cosas comenzaba a cambiar.
En su taller de robótica y programación, los chicos aprenden disciplinas nuevas de una forma lúdica y adquieren nociones de mecánica, ingeniería y física aplicada.
“Estos principios de mecánica, de ingeniería y física aplicada son los que usan los chicos para construir con ladrillitos su robot, el que después -según como lo programen- van a adquirir movimiento», explicó.
Cuando Gonzalo le contó a sus amigos lo que hacía con su mamá, comenzaron a visitarlo a la tarde y cada vez se fueron sumando más, hasta que Verónica tuvo que mudar las clases de su casa porque ya no tenía lugar.
Hoy, casi tres años después, tiene 60 alumnos muy concentrados en sesiones de 90 minutos durante las que no vuela una mosca.
Sus talleres, la zona norte bonaerense, comienzan a partir de los seis años aunque aclara que ya desde los cinco hay cursos para programar.
Los métodos que ella usa son primero el «Lego Education WeDo 2.0» y, en una segunda etapa, el «Scratch», un desarrollo de código abierto más completo y más complejo, que combina los ladrillos LEGO con un motor, dos sensores y un concentrador que conecta el modelo a la computadora.
Con instrucciones tan simples como arrastrar y soltar, el software de programación visual se utiliza darle vida al modelo de robot.
«Son recursos educativos maravillosos que todavía no están del todo aprovechados y que apuntan a las profesiones del futuro, las que va a demandar el mercado laboral», se ilusionó Verónica.
De hecho, sus talleres no solo son requeridos por chicos con ganas de aprender robótica sino también empresas de Internet que apuestan a estos cursos pensando en los programadores del mañana.
La mujer aclaró que todos chicos pueden programar, incluso aquellos con problemas de aprendizaje o con trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH), ya que esta actividad los ayuda a ordenar el pensamiento con secuencia lógica.
«Cualquier chico puede aprender robótica y por ende a programar. Incluso hay un programa para alumnos con dislexia. Aprenden las Leyes de Newton sin saberlo”, puntualizó.