El patrimonio arqueológico no puede identificarse solo como un recurso turístico que atraiga visitas a una determinada ciudad. Al contrario, tiene que ser algo más, una parte de la historia que, a veces, requiere una inversión porque no necesariamente se conserva tras ser estudiada.
Las intervenciones arqueológicas en ciudades como Córdoba, con cuatro inscripciones en la Lista del Patrimonio Mundial concedidas por la Unesco, aportan una información «ingente» sobre la historia de la capital. Pese a ello, todas las piezas se conservan. Es lo que ha explicado a EFE la arqueóloga Cristina Camacho. Esto se debe a que «hay excavaciones que sabemos que van a aportar muchos datos pero que luego no se pueden mantener, no tiene sentido».
Cristina Camacho (Córdoba, 1970) es coautora, entre otros, del libro ‘Historia y Arqueología de la vida en Al-Andalus’. Considera que es importante discernir entre el partrimonio como una mezquita, un mausoleo o una portada. Esto ya «que están ahí y hay que protegerlos» y una excavación, aunque no atraiga al turismo, hay que invertir en ella porque aporta «muchísima información».
En su opinión, «si se asocia patrimonio arqueológico exclusivamente a recurso turístico, al final la gente viene a Córdoba, llegan las mareas humanas de turistas por ejemplo a Medina Azahara, entran y están escuchando lo que le están diciendo, pero no están mirando».
Por eso, entiende que «Córdoba es una ciudad que sí, que tiene que tener sus recursos turísticos. Pero que los recursos turísticos son una cosa y el patrimonio arqueológico es otra».
Vida cotidiana
Experta en arquitectura doméstica andalusí, Camacho ha sido premiada este año por la Asociación de Arte, Arqueología e Historia. Supone un reconocimiento que la llena de orgullo. Es así porque implica el reconocimiento a su labor de difusión y protección del patrimonio, en este caso andalusí.
Tras ocho años como arqueóloga de campo en las excavaciones de la Ronda Oeste de Córdoba, antes de su construcción, ahora lleva diez como arqueóloga urbana. Estudió todos los restos que allí aparecieron y que le han dado una visión «más o menos global» de la vida cotidiana en la época andalusí.
Reconoce que no podría destacar ninguno de los restos estudiados sobre otros. Se debe a que, en su conjunto, muestran la vida. Lo hace a través de las cocinas, las letrinas, los restos de cerámica, los hornos o las actividades que llevaban a cabo cuando, por ejemplo, estudian las tijeras o dedales encontrados.
Desde que comenzó su primera excavación en 1996 hasta la actualidad, Camacho asegura que ha evolucionado mucho el campo de la arqueología. Lo ha hecho tanto a nivel de legislación como de percepción de la ciudadanía. En ello cree que ha tenido mucha influencia el papel de los medios de comunicación.
Aunque «todavía hay gente que cuando nos ve dice, ‘ea, mira aquí están los arqueólogos con su brochita’, la verdad es que el rechazo ya viene de cada vez menos personas».
La importancia de la provincia
No sólo la capital cordobesa tiene importancia a la hora de estudiar el patrimonio arqueológico Hay «una riqueza con yacimientos espectaculares, muchos de ellos puestos en valor».
Camacho hace referencia a la villa roma de El Ruedo en Almedinilla, Fuente Álamo en Puente Genil o Torreparedones en Baena. Son ejemplos de yacimientos arqueológicos de referencia, no sólo en la provincia de Córdoba sino en el resto de Andalucía.
Además existen «muchos más» que aún están en estudio. Afirma que van a aportar mucha información sobre nuestro pasado.
Nuevas tecnologías
La puesta en valor de los yacimientos arqueológicos cuenta en la actualidad con una herramienta «fundamental». Se trata de las nuevas tecnologías, que «usadas de forma adecuada pueden ofrecer mucha información».
Camacho, junto al también arqueólogo Rafael Varela, han trabajo en reconstrucciones virtuales de los edificios que han encontrado en las excavaciones. Ello para que “la gente vea lo que era aquello, que no vea solamente las piedras».
Por eso considera «fundamental» un uso responsable de las imágenes que se creen o la utilización de la inteligencia artificial en ellas. De este modo, «si lo hacemos bien es como, por ejemplo, si estuviéramos andando por la Córdoba del siglo X».
Ahora se dispone de «muchísimos recursos para que la inversión sea menor que si tienes que reconstruir por ejemplo una casa palatina, y la ciudadanía puede tener una idea más clara de lo que estamos hablando».
Ese uso de las tecnologías es lo que considera que también está ejerciendo una influencia positiva en las nuevas generaciones porque «todo les entra por el móvil y por ahí es donde tenemos que aprovechar para incluir esa información, esas reconstrucciones» que, según la arqueóloga, «hacen que conozcan el patrimonio y lo respeten».
Fuente: EFE