El Arzobispo de La Plata, Víctor Manuel Fernández, consideró hoy que a las participantes del Encuentro Nacional de Mujeres (ENM) que se realizará en la capital bonaerense entre el 12 y el 14 de octubre «las une el sueño de una verdadera igualdad» por lo que pidió «abrir el oído ante sus reclamos» y rogó a los católicos «evitar agresiones».
En una nota de opinión publicada hoy en el diario La Nación, el párroco precisó que «hay gente con miedo» de cara al ENM «incluidos miembros de las fuerzas de seguridad, políticos y vecinos, como si viniera una horda sedienta de venganza y destrucción».
Aclaró que se trata de «mujeres, de muchos colores, con diversas formas de defender sus derechos, y también con diferencias entre ellas» y analizó que «la ira se entiende cuando se recuerda la historia, siglos de opresión, de humillación, de dominio machista, de violencia».
«A veces la bronca se concentra contra la Iglesia, que necesita una autocrítica en este tema, como en tantos otros», continuó Fernández y afirmó que «durante tres días, miles de mujeres se reunirán para reflexionar sobre sus derechos y expresar su punto de vista».
«Sé que algunas que participarán no están a favor del aborto y prefieren representar a las que son forzadas a abortar por sus patrones o por sus novios. O insisten en alcanzar una verdadera paridad laboral. O quieren ser la voz de las que sueñan con ser madres, pero mueren en el parto, desnutridas. O luchan con uñas y dientes contra la trata de mujeres. Pero hay una serie de reclamos urgentes que las unen a todas», resaltó.
Luego expresó que «corre por las redes que prometen quemar y destruir» y dijo estar seguro «de que la mayor parte desea hacerse oír pacíficamente, reivindicando un legítimo derecho a protestar».
«Las que quieren dañar y destruir no las representan a ellas ni a la inmensa mayoría de la sociedad», opinó el cura y añadió que «de todos modos, quienes no supimos asumir como propios los legítimos reclamos de las mujeres simplemente tendremos que abrir el oído».
«Bienvenidas las que vienen a enriquecer el debate público», evaluó.
Más tarde rogó «a todos los católicos que eviten cualquier forma de agresión verbal e iniciativa que termine siendo provocativa», aseveró que «las mujeres católicas podrán dar su opinión en los talleres o bien orar en sus casas» pero subrayó que «no caben en esos días acciones que, con la excusa de proteger iglesias, puedan interpretarse como una ‘resistencia’ cristiana».
El Arzobispo manifestó que «quienes cuiden las iglesias y otros lugares serán las estructuras dependientes del Estado que se organizan para preservar el orden público» y se comprometió «a procurar evitar todo acto, movilización o expresión que se manifieste como una contraofensiva, lo cual sería inútil, ineficaz e imprudente».
No obstante, subrayó que pese a comprender la bronca de muchas, «apelo a las mismas participantes para que colaboren en la contención de quienes buscan dañar lugares que son del pueblo: aun las iglesias son anclajes para muchas mujeres pobres, que las viven como espacios donde recuperan las fuerzas para seguir luchando».
«A tantas de ellas no les importan los curas ni los obispos, pero aman los lugares sagrados que les permiten casarse, bautizar a sus hijos, llorar o gritar sus penas y esperanzas. En una época tan dura, mejor gastemos para los pobres lo que tendríamos que invertir en reparar daños», expuso.
Pidió seguir «caminando hacia una sociedad más inclusiva» para que «brille cada vez mejor la igualdad entre todos los seres humanos y el inmenso valor de cada persona más allá de su color, origen, ideas, desarrollo y orientación sexual».